“El aspecto de las ruedas y su obra era semejante al color del crisólito. Y las cuatro tenían una misma semejanza; su apariencia y su obra eran como RUEDA EN MEDIO DE RUEDA” (Ezequiel 1:6).
La descripción, en Ezequiel 1:16, en sí misma es difícil de entender, ya que no hay nada similar en la Biblia ni se nos dice con qué comparar estas descripciones para que podamos entenderlas. Ezequiel el profeta describió en el idioma hebreo lo que vio, que era tan ajeno a sus experiencias como ser humano.
Algunos comentaristas ven las ruedas como la providencia de Dios que produce cambios en la vida de las personas. Los creyentes no deben temer la adversidad; las ruedas están girando y levantarán a los creyentes en su debido tiempo. Mientras que los orgullosos que se jactan de su prosperidad serán derribados por Dios.
Los ángeles se emplean como ministros de la providencia de Dios. El espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas; la misma sabiduría, poder y santidad de Dios, que guían y gobiernan a los ángeles, ordenan todos los eventos en este mundo inferior.
La rueda tenía cuatro caras, lo que denota que la providencia de Dios se ejerce en todas direcciones. Las disposiciones de la Providencia nos parecen oscuras, perplejas e inexplicables, pero todas están sabiamente ordenadas para nuestro bien. Las ruedas marcharon según las instrucciones del Espíritu.
Los anillos o llantas de las ruedas eran tan grandes que cuando se pusieron en movimiento, el profeta tuvo miedo de mirarlos. La consideración de la altura y profundidad del consejo de Dios debería asombrar a los creyentes. Todos los movimientos de la Providencia están dirigidos por la sabiduría infinita de Dios.
El apóstol Pablo comenta sobre nuestra visión y comprensión limitadas de las cosas espirituales: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido” (1 Corintios 13:12).
En Su servicio,
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