En la Biblia, el orgullo es mencionado como la primera de las seis cosas que Dios odia: “Seis cosas aborrece Jehová… los ojos altivos” (Proverbios 6:16-19). La exaltación propia impide que un hombre admita su pecado y se humille ante el Señor. Y mientras continúe, la salvación es imposible. Al hombre orgulloso se le restringe la entrada al cielo con tanta seguridad como si el Señor lo odiara.” Porque tú salvarás al pueblo afligido, y humillarás los ojos altivos” (Salmos 18:27 y Job 21:22).
El orgullo de Lucifer
El orgullo fue la base del primer pecado del universo. Cuando Lucifer se enorgulleció de su belleza y sabiduría, el pecado comenzó en su corazón. Las Escrituras dicen: “Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu splendor” (Ezequiel 28:17-19). Entonces, se dijo a sí mismo, “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré… seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:14-15).
Lucifer deseaba ser como Dios en posición, poder y gloria, pero no en carácter. Deseaba para sí mismo la adoración que los ángeles le daban a Dios. Aunque solo era un ser creado, buscaba el honor que se debe solo al Creador. Y debido a que Satanás se negó a abandonar su rebelión cuando Dios le mostró su naturaleza y consecuencias, Lucifer comenzó un camino que finalmente terminaría en la muerte eterna (Isaías 14:12-20).
Al final, el Señor dirá: “Saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser” (Ezequiel 28:18,19 e Isaías 14:12).
El orgullo conduce a la destrucción
A pesar de las advertencias bíblicas contra el orgullo, cada generación tiene un registro de personas orgullosas que cayeron en problemas y deshonra. “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18 y Proverbios 29:23). Aquellos que mantengan su orgullo a lo largo de esta vida se verán obligados a reconocer humildemente el error de sus caminos.
La arrogancia, el orgullo y el egoísmo desagradan a Dios. “Altivez de ojos, y orgullo de corazón, son pecado” (Proverbios 21:4). Y “Dios resiste a los soberbios” (Santiago 4: 6 también Salmos 40:4; 101:5; 138:6; 1 Timoteo 6: 4).
Señal del fin
Desde la entrada del pecado, el orgullo ha sido el principal mal en este mundo. Así fue en los días de Noé (Génesis 6: 5, 11), los días del Nuevo Testamento, y así seguirá siendo al final de los tiempos. “Porque habrá hombres… soberbios” (2 Timoteo 3:2). Aunque los malvados y orgullosos parecen ser temporalmente felices en este mundo (Malaquías 3:15), su final será terrible. “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará” (Malaquías 4:1).
Un mensaje de esperanza
El deseo de Dios para los orgullosos es que se humillen, se arrepientan de sus pecados y se vuelvan a Él para que puedan vivir. Dios no disfruta del sufrimiento y la muerte de sus hijos. Por esta razón, les ruega que abandonen sus malos caminos y se vuelvan de sus pecados, para que la iniquidad no sea su ruina (Isaías 1: 18-20; Jeremías 25: 5; Ezequiel 18: 30-32; Oseas 6: 1).
Y promete restauración total, “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14).
En Su servicio,
BibleAsk Team