Respuesta: El registro bíblico dice, “Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón… Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera!” (2 Samuel 6:16, 20).
Mical no pudo apreciar ni comprender el celo que llevó a David a unirse al pueblo para ofrecer su gratitud y gozo ante el Señor. Cuando David cantó y bailó delante de Dios, su acto de adoración fue aceptado por el Señor, pero fue despreciado por su esposa. Mical no compartía la misma alegría, por lo que aprovechó esta ocasión para expresar su mala voluntad. Ella se había enamorado de David cuando era un joven héroe nacional, pero su matrimonio con él pronto terminó cuando él huyó de su padre, el rey Saúl, quien estaba decidido a matarlo. Saúl luego perjudicó a David al tomar a Mical y dársela como esposa a Palti, hijo de Lais (1 Samuel 25:44).
Ahora habían pasado unos 20 años, durante los cuales había estado casada con otro hombre, de quien había sido arrebatada por la fuerza y entregada a su ex-marido como premio político después de una larga guerra contra la casa de su padre (2 Samuel 3:13-16). Aparentemente, la orgullosa hija de Saúl estaba llena de resentimiento y lista para criticar a David, incluso con su celo por honrar al Señor en lo que entonces era una forma aceptable de alabanza.
David corrigió a Mical diciendo: “Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado” (2 Samuel 6:21, 22).
David le hizo saber a Mical que no tenía una razón justa para sus palabras de reproche y que su crítica no cambiaría sus acciones. Continuaría regocijándose y alabando al Señor por todo lo que Dios había hecho por él y la nación de Israel. En lugar de darse cuenta de su error, Mical no honró al Señor ni a su esposo. Y el registro bíblico termina esa historia con la oración, “Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte” (v. 23).
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