“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7:21-23).
En el Sermón del Monte, Jesús muestra que nuestros pensamientos son juzgados primero, porque cada acto pecaminoso se origina en la mente. Cristo señala que el carácter está determinado, no tanto por el acto exterior, sino por la actitud interior que motiva el acto. El acto exterior simplemente refleja y activa la actitud interior.
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21, 22).
El asesinato es el resultado final de la ira. Una persona puede ocultar su ira a sus semejantes. Los tribunales legales solamente pueden castigar los actos que resultan de la ira, pero solo Dios puede ver la raíz del asunto y puede juzgar a un hombre por la ira misma.
Jesús también dijo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27, 28).
Jesús mostró que el pecado es un acto de los poderes superiores de la mente: la razón, el poder de elección, la voluntad (Josué 24:15). El acto externo es simplemente una extensión de la decisión interna. Y Dios ciertamente nos juzgará primero por nuestros pensamientos y luego por nuestras acciones.
En Su servicio,
BibleAsk Team