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¿Menciona la Biblia el boxeo?

La metáfora del boxeo

En su primera carta a la Iglesia de Corinto, el apóstol Pablo dio una metáfora sobre el boxeo donde comparaba la vida cristiana con la carrera de un atleta. Él dijo “Por eso yo no corro sin una meta ni peleo como los boxeadores que sólo dan golpes al aire” (1 Corintios 9:26 PDT). Pablo se refirió al boxeo en la antigua Grecia para ilustrar vívidamente la naturaleza violenta de la batalla espiritual que debe librar todo fiel creyente.

Se puede considerar que un boxeador golpea el aire cuando practica sin un retador. Si su oponente esquiva su golpe, eso lo hace que desperdicie su energía. Pablo nos muestra claramente que no perdonó a su oponente, ni le permitió escapar de sus golpes; tampoco perdió su tiempo en pleitos mediocres porque sabía que su oponente tenía que ser tratado con firmeza. Dio cada golpe con seguridad, apuntándolo con poder. Así, los malos deseos de su cuerpo fueron refrenados y todo el cuerpo fue sometido a Dios por medio de Cristo. (2 Corintios 10:3-5).

Los guantes que usaban los boxeadores antes no eran como los que usan los boxeadores hoy. Estos guantes estaban hechos de bandas de óxido, que a veces se fortalecían con nudillos de bronce. Esta arma mortal muestra la dureza que el creyente sincero debe ejercer sobre sus malas tendencias. Requiere una disciplina dura y la abnegación para poder obtener la victoria sobre todas las malas tendencias del ser humano.

La necesidad de vencer la carne

Muchos cristianos saben que es necesario vencer los deseos y los apetitos que son contrarios a la voluntad de Dios. Pero no hacen serios esfuerzos para controlarse a sí mismos. Ellos fingen estar peleando, pero en realidad no quieren atacar estas debilidades porque no desean experimentar el dolor de dejarlas. Ellos aprecian demasiado su naturaleza pecaminosa como para atacarla y pierden la fuerza de voluntad para tomar acción.

Sin embargo, no fue así con Pablo. Pablo no permitió que nada lo disuadiera de ser fiel; estaba preparado para hacer cualquier cosa que Dios requería para ser fiel a su llamado. Sabía que había una amenaza continua de ser engañado debido a la falsedad del pecado y estaba decidido a obedecer para garantizar su triunfo y obtener la corona de la vida.

Pablo no deseaba tener piedad de su carne pecaminosa, su naturaleza carnal. Al contrario, estaba avergonzado de ella y la odiaba. Por esa razón, él decidió controlar su mente y llevar cautivo todo pensamiento. Dijo, “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5).

Dios da la victoria

Como hombre, Cristo enfrentó la tentación y venció por el poder divino. “Dios con nosotros” (Mateo 1:23) es la garantía de nuestra libertad del pecado, la garantía de nuestro poder para obedecer la ley del cielo. El Señor declaró, “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:26).

La vida de Jesús atestigua que es posible vencer a la carne. Pablo enseñó, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Cuando se siguen sinceramente los mandamientos celestiales, el Señor se hace responsable de la victoria. En Cristo, hay poder para cumplir con todos los deberes y fuerzas para repeler la tentación. En Él, hay gracia para el crecimiento diario, valor para las batallas y pasión por el servicio (1 Juan 5:4).

En Su servicio,
BibleAsk Team

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