Las riquezas y el cristiano
No es pecado ser rico. La Biblia nunca implica que en sí misma la posesión de riquezas sea un pecado. Una persona rica puede ser un verdadero seguidor de Dios.
El pobre debe alegrarse de sus privilegios cristianos, de esta vida y de la venidera, y el rico debe alegrarse de su humildad cristiana más que de su riqueza.
Las riquezas, un obstáculo para el crecimiento cristiano
La Biblia indica claramente que la riqueza puede ser un serio obstáculo para una experiencia cristiana exitosa. Jesús dice: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21; Lucas 12:13-22). El creyente no debe preocuparse por las necesidades materiales de la vida debido a su confianza en que Dios conoce sus necesidades y las proveerá (Mateo 6: 31–34).
Usando las riquezas para la gloria de Dios
Todo lo que un hombre tiene en esta vida le es simplemente prestado por Dios; sólo el «tesoro» que él deposita en el cielo puede verdaderamente llamarse suyo. El creyente rico puede encontrar muchas formas de usar sus riquezas. Los problemas de otros en la iglesia, que tal vez perdieron su trabajo debido a su fe, le dan la oportunidad al rico de compartir sus bendiciones. Además, puede usar sus recursos para apoyar el campo misionero. En la era apostólica, los viajes misioneros de los apóstoles requerían ayuda financiera, y los miembros ricos de la iglesia apoyaban con gusto la causa de Dios. Este sentido de mayordomía por parte de los primeros creyentes de los recursos que Dios les dio es una ilustración noble para los miembros de la iglesia de hoy que son bendecidos con riquezas.
El desvanecimiento de la gloria de las riquezas
La vida con sus glorias pasa rápidamente y el “hijo del hombre” “es como heno” (Isaías 51:12). El creyente rico que ve la vida en su perspectiva adecuada aprovechará la oportunidad de compartir sus riquezas antes del tiempo en que no podrá hacerlo (Santiago 1:10).
El hombre que depende de sus riquezas algún día fallecerá junto con ellas, sin obtener la bendición más deseada, la vida eterna. Por lo tanto, la persona rica necesita ver su vanidad (Mateo 6:19; Lucas 12: 16-21). Debería centrar su atención en la riqueza de los privilegios cristianos en esta vida y en las riquezas de la vida eterna (Mateo 19:29). La única base segura del cristiano rico para regocijarse se encuentra en la seguridad de su relación con el Señor, porque esta es su única verdadera riqueza. Nunca se desvanecerá.
En Su servicio,
BibleAsk Team